No es lo mismo conducir por la ciudad donde usamos más el freno y por tanto tiene mayor desgaste, que conducir distancias largas donde gastamos menos las pastillas de freno porque frenamos con menos frecuencia y de un modo progresivo.
Normalmente los frenos de las ruedas delanteras se gastan antes y con más frecuencia que los de las ruedas traseras. Lo normal (teniendo en cuenta un uso del coche con un buen conductor y sin exceso de conducción por ciudad) es que los frenos duren hasta los 20.000 km. A partir de esta distancia lo más seguro, y dependiendo del uso que le des al coche, es que un mecánico pueda estimarte la vida media de tus frenos y a partir de allí tan sólo habrás de hacer memoria y fijarte en las sensaciones que recibes al conducir.
Generalmente, los coches cuentan con un testigo, una luz en el panel del conductor, donde se enciende la luz cuando detecta un problema con las pastillas ya sea que estén desgastadas, excesivamente húmedas o tengan barro. Si vemos que la luz se mantiene encendida después de conducir un rato es imposible que sea humedad o barro ya que al circular se habría corregido el defecto y la luz se apagaría.
Si su coche no tiene señal de luz de frenos o testigo, al traerlo a revisión le podríamos decir en qué estado están y si hace falta cambiarlas o pueden utilizarse más tiempo.
Nuestra recomendación es que se acerquen a nuestras instalaciones periódicamente para hacer una revisión de frenos y así evitar problemas de seguridad y averías mayores. Disponemos de maquinaria y equipo especializado que le garantiza tener su coche en optimas condiciones.
Detectar a tiempo los posibles problemas en los frenos que nuestro vehículo tenga nos ayudará a minimizar lo máximo posible los riesgos que tenemos de padecer un accidente de tráfico mientras conducimos.